. . : : Octava Nimiedad, o de Besos y Besadores : : . .

Bien, recapitulando un poco sobre la noche de ayer, caigo en cuenta de la importancia que tiene el saber dar un buen beso, más aún de lo mucho que debe valorarse la ocasión de hallar un buen besador.

Verán, todo comenzó el lunes por la tarde, cuando en una plática muy tranquila de messenger, una buena amiga me mostró una página en donde venían juegos de besos, para ser jugados en fiestas grupales o bien, en fiestas para dos. La idea que surgió en ese momento, fue hacer una fiesta en donde, aparte de elegir cuidadosamente a los convidados, se pudiesen jugar esos juegos, sólo por el gusto de besar; así pues nos dimos a la tarea de organizar una pequeña reunión con motivo de un cumpleaños, armamos una pequeña lista de invitados y nos dimos cita la noche de viernes.

Como en toda fiesta hecha al vapor, pues varias cosas nos fallaron, entre ellas: la música (cosa que pudimos corregir unas horas después) y algunos invitados, aunque al final se logró el cometido, que era jugar los dichosos juegos... Dirigiéndonos al punto específico del último juego (del cuál omitiré el nombre por razones personales), se trataba de besar a cada persona del sexo opuesto dentro de la sala, para después eliminar a los que se considerara eran los peores besadores; fue ahí cuando se originó la siguiente pregunta:

¿Es posible que una persona pueda terminar en tan sólo 3 segundos de beso con toda la magia y la imagen que se había creado a su alrededor?

A mi parecer, la respuesta es: yo creo que sí.

No sé que opinen ustedes, pero a veces se espera recibir un buen beso y si se recibe algo que ni al caso, pues es algo molesto, tal vez irritante... creo que sí es de pensarse un poco, si uno no quiere ser en cierta forma decepcionado con un beso, tal vez podemos empezar por ver que tan buen besador (o besadora) es uno mismo.