. . : : Vigésimo Séptima Nimiedad... entre la idiotez, la cadencia y la locura : : . .
. . : : Título Sexto: El Adolescente y el ridículo : : . .
A pesar de que parecen tener un basto sentido del ridículo, los adolescentes no lo tienen por completo desarrollado, esto significa que, tienen perfectamente identificado el ridículo ajeno y el ridículo público... pero el ridículo propio, definitivamente no tienen reparo en caer en él.
El problema de esta falta de reconocimiento del auto ridículo, radica en que no sólo ellos hacen el ridículo, si no que jalan a su abismo a la gente a su alrededor al mismo agujero. ¿Qué hacer para sobrevivir al ridículo y aprender a identificarlo? es sencillo, cuando veas que todos te observan y no se ríen contigo, o peor aún, se ríen de tí, recupera la pose y con ella los restos de tu dignidad.
En cuanto a los acompañantes dentro del episodio de ridículo, recuerden que alguna vez estuvieron ahí y fueron ustedes quienes hicieron el ridículo, así que aguanten y esperen a que la época termine.
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Una vez concluída la guía para la supervivencia adolescente, comenzaré oficialmente con la vigésimo octava nimiedad, que se desprende de una noche de insomnio y lectura de algunos cuentos de la escritora poblana Ángeles Mastretta; refiriendo específicamente a aquellos que he identificado en tres adjetivos: Idiotez, Cadencia y Locura; así es, entre esos tres estados que usualmente podemos encontrarnos atrapados irremediablemente y que por el momento, ejemplificaré con la experiencia de la que ahora escribe.
. . : : La Idiotez: o de cómo el amor puede volvernos idiotas entre muchas otras cosas : : . .
"La tía Daniela se enamoró como se enamoran todas las mujeres inteligentes: como una idiota... Hipnotizada por un dolor sin nombre ni destino, se volvió la mas tonta de las tontas. Perderlo fue una pena larga como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno."
Desde entonces, no puede decirse que se volviera tonta, más bien se volvió idiota, no sólo por perderlo, sino que se volvió idiota desde el momento en que intentó recuperarlo a toda costa, incluso ahora que ha pasado muchas noches negando la nostalgia y renegando de volver a lo mismo cada vez que hablan... a fin de cuentas, esa idiotez soporífera que no se desvanece sino hasta que se ha curado el mal de amores. Afortunadamente, no se volvió friolenta, jorobada y mucho menos ciega (eso lo ha estado casi de nacimiento, así que no hay mucho por agregar), simplemente, se volvió racionalmente idiota y justifica la raíz de esa idiotez en el amor.
. . : : La Cadencia: esa peligrosa compañera que amenaza convertirse en rutina : : . .
"Con la vista perdida en el patio, un día de lluvia como tantos otros, la tía Fernanda dio por fin con la causa de su extravío: era la cadencia. Eso era, porque todo lo demás lo tenía del lado que debía tenerlo. Pero fue la maldita cadencia lo que la sacó de quicio. La cadencia, esa indescifrable nimiedad que hace que alguien camine de cierto modo, hable en cierto tono, mire con cierta pausa, acaricie con cierta exactitud."
Si bien es cierto, tendemos a extrañar ciertas cosas, tanto de nosotros mismos, como de las personas que han estado de paso en nuestras vidas y sin embargo, nos dejaron marcados ya fuese por una mirada, una sonrisa o una frase dicha, que aunque se escuche miles de veces más, no tendrá el mismo significado, porque le hemos atribuido miles de cosas que a final de cuentas, son sólo raíces que nosotros mismos les damos. En este caso, sería sensato preguntarse ¿lo extraño porque me complementa o por la costumbre que me creó tenerlo? Justo ahora, creo que más que nostalgia, es extrañar un poco la sensación que la seguridad de la costumbre proporciona.
. . : : La Locura: fiel amiga y amante de todos los cuerdos : : . .
"Cuando la tía Carmen se enteró de que su marido había caído presa de otros perfumes y otro abrazo, sin más ni más lo dio por muerto... Así que tras ponerse de luto y actuar frente a él como si no lo viera, empezó a no pensar en sus camisas, sus trajes, el brillo de sus zapatos, su desayuno, y poco a poco hasta de sus hijos. Lo borró de su mundo con tanta precisión, que no sólo su suegra y cuñada, sino hasta su misma madre, estuvieron de acuerdo en llevarla a un manicomio"
Es maravilloso ver como por los propios actos de lucidez -aunque no tengan una lógica tangible para el común denominador-, pueden decir que estás completamente loco, probablemente así sea, pero ¿quién en este mundo no está aunque sea, un poco loco? El problema aquí está en que la mayoría de las personas no están dispuestas a reconocer su propia insania, que como siempre he dicho, es relativa y su significado universalmente subjetivo.
. . : : En Conclusión : : . .
Hasta la siguiente nimiedad.
1 comment:
jejeje, como siempre es un deleite leer tu blog...
Creo que el problema de la gente a veces, es la tendencia de tachar a los que no son como "socialmente" aceptables como locos, en el fondo creo que a veces lo que puede parecer una locura es en verdad un acto de lucidez
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