Wednesday, August 31, 2005

. . : : Décimo Segunda Nimiedad o de la gente informal que nos topamos día con día : : . .

Ok, ok, heme aquí de nuevo minutos antes de que termine el octavo mes, esta vez para hablar de la gente informal que conocemos a diario y en todo lugar, sí, sé que todos en algún punto hemos sido un poco impuntuales o que por circunstancias ajenas a nosotros mismos, nos hemos visto en la penosa necesidad de cancelar algunas horas antes de que fuese la hora del compromiso, pero eso de plantar gente, creo que no es muy lindo que digamos.

Procedo a relatar la historia de esta nimiedad:

Todo comenzó la noche de ayer, cuando tomaba un buen café con una de mis mejores amigas; ella me comentaba que una compañera de la generación de la Universidad se había puesto en contacto con ella y le había pedido que le avisara a quien pudiera de que habría una reunión la noche de hoy en un cafecito al sur de la ciudad, como protocolo, pues fue un buen detalle que mi amiga me corriera la invitación y de la misma forma, una servidora llegó a casa y celular en mano, se puso a llamar a cuanto contacto de la Universidad tuviera ahí todavía y dicho de ese modo, varios de los que respondieron la llamada a tales horas de la noche, accedieron a ir a la reunión.

Ya el día de hoy, después de una pequeña discusión con mi madre porque simplemente hoy no podría ir al gimnasio, me salí con la mía y fui por mi amiga a su oficina... Tras una espera de aproximadamente 20 minutos (tal vez un poco más), mi amiga y yo salimos corriendo para llegar a tiempo a la famosa reunión que se había acordado. Como 40 minutos después, estábamos nosotras dos llegando felizmente al punto de encuentro y entramos ahí para buscar algo similar a una cabeza conocida, cosa que ni encontramos, ni logramos ver.

Cerca de 40 minutos después de haber llegado y estar esperando, nuestros respectivos Frappé Oreo, Infusión fría de Manzana con canela y comentarios sobre Desperate Housewives y Sex & The City iban terminándose y aún no había ni medio rastro de la gente que esperábamos... así fue como esperamos más de hora y media y nadie apareció...

Finalmente cuando el aguacero que se había soltado a eso de las 8:30, se decidió a bajar de intensidad, nosotras, bastante molestas, pagamos nuestra cuenta y emigramos de vuelta a nuestro lado de la ciudad, para finalmente, llegar hasta San Angel, donde después de más de 40 minutos de remembranzas de canciones ñoñas y comentar cuanto sentido tiene actualmente la letra de "ese hombre es mío" en nuestras vidas, con frío y los pies empapados abordamos otro camión para llegar cada quien a casa, finalmente nos despedimos y la que ahora escribe, llegó a buscar con desesperación una taza de café caliente y unos calcetines secos.

Todo este relato, tiene como finalidad primera decir: ¡QUE POCA MADRE DE GENTE INFORMAL! Sí damas y caballeros, no hay algo en esta vida que me ponga de peor humor, que el hecho de que la gente disponga de mi tiempo (como dice mi papá: "Dios bendiga a todo aquel que no me quite el tiempo"). No sé ustedes, pero creo que es perfectamente grosero que la gente disponga de nuestro tiempo y que además se de el lujo de no aparecer sin siquiera sacar la lengua para avisar que no llega... eso realmente irrita mis nervios y creo que los de mucha gente más.

En conclusión, mi amiga y yo decidimos que NUNCA MÁS haremos planes con esta gente tan informal y descortés, así mismo, estamos pensando muy seriamente en sólo buscar a nuestras queridas amigas y condiscípulas, para reunirnos un fin de semana a recortar personal... creo que eso es algo más sensato, que ir a ver las caras de gente con la que igual y no te llevaste en toda la carrera y sonreirle como si en realidad te diera gusto saber que siguen vivos.

1 comment:

Isa said...

Mi comprende.

Yo admito de antemano que suelo llegar tarde... a casi todo. Pero si de plano no vas, pues avisas. Más aún cuando quedas bien formalmente de ir y a la mera hora, nanay.

Hay que ser francos y no andar diciendo que si por puro compromiso. Esa es mala educación de nuestros padres, que no andan enseñando que decir no, también puede ser saludable por que les sale el tiro por la culata y nos hacen adultos anuentes a decirle que si a todo y luego, prefieren quedar mal que dar la cara.

Eso de llegar, perder tu tiempo y que nadie tenga la decencia de aparecerse o avisarte que ya no pierdas más rato ahi, es frustrante. Te dan ganas de colgarlos de los dedos de los pies con alambres de puas electrificados.

...

Misteriosamente, tengo hambre.